Consumo
con frecuencia, y avidez, estadísticas y encuestas sobre la penetración de la
Transformación Digital en el ecosistema económico mundial y especialmente en el
español. Los resultados suelen guardar una homogeneidad fiable entre la
conciencia sobre la necesidad de acometer un plan de Transformación Digital en
la empresa, en contraposición con el haber iniciado la reestructuración inteligente
y estratégica con un plan en marcha.
El
porcentaje es elevado en el primer escenario, entre el 70 y el 80 por cierto de
los CIO’s encuestados reconocen que es imparable el acometer un cambio de rumbo
(Saber), pero no suelen llegar a la mitad aquellos que reconocen que han podido
diseñar e iniciar el camino sin retorno del nuevo modelo digital (Hacer).
¿A
qué se debe esta contradicción? ¿Por qué siendo conscientes los CIO’s/CIIO’s de
la imperativa necesidad de cambio no se lleva a cabo? La trampa es que la
mayoría de las encuestas se realizan sobre la responsabilidad tecnológica y es
aquí, evidentemente, donde existe un conocimiento profundo de lo que “se cuece”
en el mundo y que es inevitable poseer una estrategia con inmediatez. Si las
encuestas se realizaran sobre los CEO’s los datos cambiarían radicalmente al
estar, éstos, obsesivamente absortos en el negocio y manteniendo, una mayoría
significativa y cualitativamente importante, la vieja idea de que la tecnología
es un “mal menor” como centro de coste y que ahora lo que toca es “reducir el
gasto”.
Los
artículos que describen el panorama, tras el análisis de una de estas
encuestas, mantienen el foco en la Transformación Digital como si fuese la palanca
que vertebra y sustancia por sí misma el sentido de cambio radical. En algunos
casos incluso se manifiestan abierta y descaradamente con que lo necesario es
una web comercial para estar en la Transformación Digital; en otros incluso
profundizan en la necesidad de aplicar sistemas de análisis de datos para ser
realmente digitales; y los más osados proponen el uso de información no
estructurada proveniente de soportes autónomos generadores de datos,
“wearables”, donde ya seremos excelsamente digitales.
Se
notará la ironía, pero es injusto hacia muchas organizaciones, sin capacidad
financiera, organizativa y de estudio, empaquetar mensajes que provocan miopía
estratégica real en todas ellas. Las señales se envían a larga distancia, con
frialdad calculada y ausentes de la realidad que acontece. Las corporaciones
multinacionales no son el espejo donde mirarse ni tan siquiera grandes empresas
nacionales. Su entramado organizativo y la estructura jerárquica son capaces de
asimilar tránsitos por diferentes vías y reconducir el rumbo sin apenas “daños
colaterales”… siempre asumibles.
Para
el resto de compañías, la inmensa mayoría, no es suficiente, ni tan siquiera
como objetivo primario, acometer la adaptación al entorno revolucionario e
imparable desde la luz distorsionada de la Transformación Digital, entendida
como cambios tecnológicos únicamente, como secreto para encumbrar la marca al
liderato.
Por
lo tanto, es necesario dirigir un claro mensaje a los CEO’s y Consejos de
Administración para que entiendan que esto no va de Tecnología. La solución no
es la Transformación Digital Tecnológica de forma aislada y única. Ésta será el
contrafuerte que soporte las presiones y ofrezca soluciones visibles al resto
de mecanismos que la Innovación
Corporativa vaya creando en su despliegue global. Para ello hay que conocer
en profundidad los distintos modelos innovadores (leer “CORPORATE
VENTURING... última llamada hacia el futuro”), seleccionar el que mejor se adapte al
tamaño y objetivos de nuestra compañía, valorar, evaluar y por último diseñar
la estrategia basada en los tres pilares de la Innovación Corporativa,
independientemente del modelo seleccionado:
- Cultura Corporativa
- ModeloS de Negocio (en plural)
- Transformación Digital
No
se debería de negar a ningún equipo de gestión y ejecutivo el conocimiento del
auténtico calado de los nuevos tiempos, del manejo sutil, coherente y firme de
los tres pilares y su integración en la estrategia definitiva hacia el éxito.
Porque ahora no va de buscar un término medio ni segundas oportunidades. O se
avanza con decisión y excelente planificación hacia la nueva era económica o
nos encaminaremos a la desaparición más hiriente y dolorosa.
Llamemos
por su nombre al proceso que se vaya a llevar a cabo y no engañemos a clientes,
empleados y accionistas. Si nos decantamos por transformación tecnológica,
manteniendo inalterable la Cultura y el Modelo de Negocio, digámoslo
directamente, no nos engañemos diciendo que traspasamos el umbral de la
Digitalización porque no es cierto. Nos embarcaremos en un viaje con un destino
incierto y con muchas dudas sobre los contratiempos que nos encontraremos en la
travesía. Seguramente veremos pasar a la competencia con una mejor organización
y con una dotación de herramientas que llevarán la sencillez en el cambio de
rumbo, cuando los acontecimientos así lo aconsejen.
Es
el momento de la estrategia inteligente y para ello es necesario conocer
profundamente a qué nos enfrentamos. Y si no poseemos este conocimiento,
dejarnos guiar por expertos.
Si elegimos “susto”, lo será de muerte sin lugar a dudas
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