domingo, 21 de agosto de 2016

¿Nos jugamos el futuro a “susto o muerte” o apostamos por Innovación Corporativa?

Consumo con frecuencia, y avidez, estadísticas y encuestas sobre la penetración de la Transformación Digital en el ecosistema económico mundial y especialmente en el español. Los resultados suelen guardar una homogeneidad fiable entre la conciencia sobre la necesidad de acometer un plan de Transformación Digital en la empresa, en contraposición con el haber iniciado la reestructuración inteligente y estratégica con un plan en marcha.

El porcentaje es elevado en el primer escenario, entre el 70 y el 80 por cierto de los CIO’s encuestados reconocen que es imparable el acometer un cambio de rumbo (Saber), pero no suelen llegar a la mitad aquellos que reconocen que han podido diseñar e iniciar el camino sin retorno del nuevo modelo digital (Hacer).


¿A qué se debe esta contradicción? ¿Por qué siendo conscientes los CIO’s/CIIO’s de la imperativa necesidad de cambio no se lleva a cabo? La trampa es que la mayoría de las encuestas se realizan sobre la responsabilidad tecnológica y es aquí, evidentemente, donde existe un conocimiento profundo de lo que “se cuece” en el mundo y que es inevitable poseer una estrategia con inmediatez. Si las encuestas se realizaran sobre los CEO’s los datos cambiarían radicalmente al estar, éstos, obsesivamente absortos en el negocio y manteniendo, una mayoría significativa y cualitativamente importante, la vieja idea de que la tecnología es un “mal menor” como centro de coste y que ahora lo que toca es “reducir el gasto”.

Los artículos que describen el panorama, tras el análisis de una de estas encuestas, mantienen el foco en la Transformación Digital como si fuese la palanca que vertebra y sustancia por sí misma el sentido de cambio radical. En algunos casos incluso se manifiestan abierta y descaradamente con que lo necesario es una web comercial para estar en la Transformación Digital; en otros incluso profundizan en la necesidad de aplicar sistemas de análisis de datos para ser realmente digitales; y los más osados proponen el uso de información no estructurada proveniente de soportes autónomos generadores de datos, “wearables”, donde ya seremos excelsamente digitales.

Se notará la ironía, pero es injusto hacia muchas organizaciones, sin capacidad financiera, organizativa y de estudio, empaquetar mensajes que provocan miopía estratégica real en todas ellas. Las señales se envían a larga distancia, con frialdad calculada y ausentes de la realidad que acontece. Las corporaciones multinacionales no son el espejo donde mirarse ni tan siquiera grandes empresas nacionales. Su entramado organizativo y la estructura jerárquica son capaces de asimilar tránsitos por diferentes vías y reconducir el rumbo sin apenas “daños colaterales”… siempre asumibles.

Para el resto de compañías, la inmensa mayoría, no es suficiente, ni tan siquiera como objetivo primario, acometer la adaptación al entorno revolucionario e imparable desde la luz distorsionada de la Transformación Digital, entendida como cambios tecnológicos únicamente, como secreto para encumbrar la marca al liderato.

Por lo tanto, es necesario dirigir un claro mensaje a los CEO’s y Consejos de Administración para que entiendan que esto no va de Tecnología. La solución no es la Transformación Digital Tecnológica de forma aislada y única. Ésta será el contrafuerte que soporte las presiones y ofrezca soluciones visibles al resto de mecanismos que la Innovación Corporativa vaya creando en su despliegue global. Para ello hay que conocer en profundidad los distintos modelos innovadores (leer “CORPORATE VENTURING... última llamada hacia el futuro”), seleccionar el que mejor se adapte al tamaño y objetivos de nuestra compañía, valorar, evaluar y por último diseñar la estrategia basada en los tres pilares de la Innovación Corporativa, independientemente del modelo seleccionado:

  1. Cultura Corporativa
  2. ModeloS de Negocio (en plural)
  3. Transformación Digital


No se debería de negar a ningún equipo de gestión y ejecutivo el conocimiento del auténtico calado de los nuevos tiempos, del manejo sutil, coherente y firme de los tres pilares y su integración en la estrategia definitiva hacia el éxito. Porque ahora no va de buscar un término medio ni segundas oportunidades. O se avanza con decisión y excelente planificación hacia la nueva era económica o nos encaminaremos a la desaparición más hiriente y dolorosa.

Llamemos por su nombre al proceso que se vaya a llevar a cabo y no engañemos a clientes, empleados y accionistas. Si nos decantamos por transformación tecnológica, manteniendo inalterable la Cultura y el Modelo de Negocio, digámoslo directamente, no nos engañemos diciendo que traspasamos el umbral de la Digitalización porque no es cierto. Nos embarcaremos en un viaje con un destino incierto y con muchas dudas sobre los contratiempos que nos encontraremos en la travesía. Seguramente veremos pasar a la competencia con una mejor organización y con una dotación de herramientas que llevarán la sencillez en el cambio de rumbo, cuando los acontecimientos así lo aconsejen.

Es el momento de la estrategia inteligente y para ello es necesario conocer profundamente a qué nos enfrentamos. Y si no poseemos este conocimiento, dejarnos guiar por expertos.


Si elegimos “susto”, lo será de muerte sin lugar a dudas

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