miércoles, 6 de mayo de 2015

FaceIn versus LinkedBook

Señor Juez,

Paso a detallar el motivo que me lleva a tomar la decisión irreversible de quitarme la vida “social”. No sé quién soy y he perdido mi identidad.

Soy consumidor habitual, en unas más habitual que en otras, de redes sociales con diferentes ámbitos, alcances y, en principio, objetivos. Creía tener claras las diferencias y basándome en esta convicción puse mis contenidos, experiencias, estados, etc. de forma selectiva en cada una de ellas. A saber:
  • LinkedIn: ambiente profesional dedicado a la aportación de contenidos experto
  • Facebook: ambiente personal dedicado a la familia y amigos donde compartir ocio y eventos 
  • Google+: entorno colaborativo de experiencias, ocio y pseudoprofesional  de alcance global y abierto 
  • Twitter: el momento, el instante en mi vida compartido con el universo 
  • … y alguna otra colateral



Teniendo clara esta diferenciación comencé, hace ya unos años, a trabajar las distintas redes sociales más como observador que como protagonista, hasta convencerme de que aquello “era bueno”. Poco a poco me fui implicando y participando con asiduidad y compartiendo en cada red lo que quería y debía. La satisfacción era alta y tanto el compartir como el intercambiar opiniones –el verdadero valor añadido- animaba a continuar y ampliar mi influencia.
Sin ser consciente de lo que estaba sucediendo me dejé llevar, durante una corta temporada, por la invasión de un poderoso Caballo de Troya. En LinkedIn cada vez era mayor el número de fotos con mensajes mesiánicos de predicador televisivo que nos inducía a la felicidad plena, porque además “… y tú lo sabes”. Facebook comenzaba a inundar mi muro con propaganda y las empresas se inmiscuían en mis cuitas personales. Twitter comenzaba a explorar los mensajes de publicidad promocionados. Lo peor de todo, que quienes ejercían de intrusos y usurpaban la veracidad del contenido social se convertían, incomprensiblemente para la razón, en los más seguidos, vistos y deseados.
Señor Juez, no sé quién es mi amigo, dónde están mis compañeros de trabajo, qué profesionales pueden aportar luz a mi soledad cognitiva profesional y cuándo puedo compartir un mal momento con mi entorno. Estoy desahuciado emocionalmente y terminal en mi identidad. Por ello y por no prolongar mi agonía social pongo fin a mi vida en las enredas sociales.

No obstante y como soy cobarde para tomar esta decisión por mí mismo, solicito ayuda a cualquier persona de buen corazón social y me aporte aspectos por los que deba continuar o definitivamente me acompañe en este triste pero meditado viaje.

Señor Juez, traslade esta decisión a mis deudos, familia, amigos y demás personas y entes sobre los que deposité todos mis bienes emocionales y profesionales, para que en su usufructo total lo disfruten durante su deseada larga existencia enredada en lo social.

Firmo y rubrico,


Capricornio asocial


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