domingo, 23 de noviembre de 2014

Charles Darwin, la Selva Amazónica y la Innovación Natural

Todo invento o descubrimiento remueve algo en la naturaleza humana, crea una nueva necesidad, despierta curiosidad o soluciona alguno de los misterios en los que anda enfrascada la humanidad. El principio de inquietud, de superación, es una constante en la Naturaleza y no es exclusivo de la especie humana. 

Charles Darwin argumentó con base científica, en "El Origen de las Especies", la constante mejora sobre el entorno cambiante de todas las especies que viven en La Tierra, plantas, animales irracionales y racionales.  Hay una frase circulando por las redes sociales desde hace años, "No es el más fuerte de las especies el que sobrevive, tampoco es el más inteligente el que sobrevive. Es aquel que es más adaptable al cambio", de Darwin, que describe con exactitud la fuerza natural que nos exige la adaptación constante. Podríamos tomar la afirmación como la base de la Innovación Natural y por tanto la necesidad instintiva de adaptarse individual y colectivamente, Supervivencia.

La diferencia del humano sobre el resto de especies, animales y plantas, es la voluntad en la evolución y por tanto saltamos el primer peldaño, instintivo de adaptación individual. Los humanos tenemos el don de modificar el entorno hasta afectar el futuro. Así mismo, tenemos la voluntad de no hacer cambios cuando se nos antoje y no evolucionar.

Cuando se plantea la Innovación como un concepto imprescindible en la estrategia de cualquier organización, no se trata de una imposición caprichosa, todo lo contrario, se está formalizando y materializando en metodología lo que la Naturaleza nos tiene impuesto como tarea ineludible desde nuestros orígenes. Rechazar la innovación constante, la cultura innovadora, la adaptación a los cambios naturales o artificiales, propios o sobrevenidos, es negar nuestro pasado y el camino recorrido como reacción natural.

Hasta hace algo más de dos siglos íbamos a remolque de los caprichos naturales y poco podía hacer el hombre más que buscar alternativas a la protección y el alimento, Innovación Natural. A partir de la Revolución Industrial del siglo XVIII la Humanidad ha vivido un frenesí de Evolución Innovadora que se ha ido incrementando de forma aritmética y en las últimas décadas, geométrica. Eso sí, limitada a la industria mientras que la Innovación Corporativa y Social ha comenzado a tomar fuerza en este siglo.

Los pueblos indígenas, aislados en la Selva Amazónica, no conocen nada sobre los logros de lo que llamamos “La Civilización”, ni falta que les hace. Pero cada individuo, dentro de las limitaciones indudables de entorno y cultura, consciente o no, entra en el mandato de la Innovación Natural. Unos serán más atrevidos que otros, pero sin excepción pondrán su capacidad en una evolución segura a futuro, más lenta que la nuestra, pero asegurada. Por tanto, ¿quién soy yo para frenar la Innovación Social? Cada individuo debe de aportar la fracción refleja en la evolución colectiva que le corresponde o al menos no estorbar.

No en vano el lema de los Juegos Olímpicos es “Citius, Altius, Fortius” (Henri Didon, sacerdote dominico y amigo del Barón Pierre de Coubertin, 1891) que anima a los participantes a ser “más rápidos, llegar más alto y ser más fuertes”. Esta sentencia precedió a la conocida frase “Lo esencial no es ganar sino participar” (Ethelbert Talbot, Obispo de Pensilvania, 1908) durante la misa de los Juegos Olímpicos en Londres. Innovar no otorga honores de forma imperativa, más bien provoca la autoestima y el sentimiento del logro de superación y mejora.

La Innovación es el instrumento normalizado, procedimentado y protocolizado sobre la base del instinto de adaptación natural. La especie humana tiene la cualidad, no siempre bien entendida, de provocar y adelantar cambios sobre el calendario de la Naturaleza. En nuestra conciencia está que la Innovación sea constante, colectiva, positiva. Que la adaptación a los cambios que provocamos sea correcta y beneficiosa. Finalmente, que la Innovación fluya según un método de trabajo que facilita, comparte y crea cultura.

Fruto de la Innovación Natural, como característica intrínseca de cualquier ser, se consigue Evolucionar.

Molino de agua (Sopeña de Curueño - León)


Foto: antiguo molino de agua en el río Curueño (Sopeña de Curueño - León)


Sobre el terreno


La Innovación está en nuestras vidas desde el inicio de forma inconsciente, pero ahora nos tiene rodeados. Nos podemos resistir, podremos luchar contra ella, pero solo conseguiremos dos cosas: hundirnos en el ostracismo y perder tiempo, mucho tiempo.


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