Señor
Juez,
Paso
a detallar el motivo que me lleva a tomar la decisión irreversible de quitarme
la vida “social”. No sé quién soy y he perdido mi identidad.
Soy
consumidor habitual, en unas más habitual que en otras, de redes sociales con
diferentes ámbitos, alcances y, en principio, objetivos. Creía tener claras las
diferencias y basándome en esta convicción puse mis contenidos, experiencias,
estados, etc. de forma selectiva en cada una de ellas. A saber:
- LinkedIn: ambiente profesional dedicado a la aportación de contenidos experto
- Facebook: ambiente personal dedicado a la familia y amigos donde compartir ocio y eventos
- Google+: entorno colaborativo de experiencias, ocio y pseudoprofesional de alcance global y abierto
- Twitter: el momento, el instante en mi vida compartido con el universo
- … y alguna otra colateral
Teniendo
clara esta diferenciación comencé, hace ya unos años, a trabajar las distintas
redes sociales más como observador que como protagonista, hasta convencerme de
que aquello “era bueno”. Poco a poco me fui implicando y participando con
asiduidad y compartiendo en cada red lo que quería y debía. La satisfacción era
alta y tanto el compartir como el intercambiar opiniones –el verdadero valor
añadido- animaba a continuar y ampliar mi influencia.
Sin
ser consciente de lo que estaba sucediendo me dejé llevar, durante una corta
temporada, por la invasión de un poderoso Caballo de Troya. En LinkedIn cada vez era mayor el número
de fotos con mensajes mesiánicos de predicador televisivo que nos inducía a la
felicidad plena, porque además “… y tú lo sabes”. Facebook comenzaba a inundar mi muro con propaganda y las empresas
se inmiscuían en mis cuitas personales. Twitter
comenzaba a explorar los mensajes de publicidad promocionados. Lo peor de todo,
que quienes ejercían de intrusos y usurpaban la veracidad del contenido social
se convertían, incomprensiblemente para la razón, en los más seguidos, vistos y deseados.
Señor
Juez, no sé quién es mi amigo, dónde están mis compañeros de trabajo, qué
profesionales pueden aportar luz a mi soledad cognitiva profesional y cuándo
puedo compartir un mal momento con mi entorno. Estoy desahuciado emocionalmente
y terminal en mi identidad. Por ello y por no prolongar mi agonía social pongo
fin a mi vida en las enredas
sociales.
No
obstante y como soy cobarde para tomar esta decisión por mí mismo, solicito
ayuda a cualquier persona de buen corazón social y me aporte aspectos por los
que deba continuar o definitivamente me acompañe en este triste pero meditado
viaje.
Señor
Juez, traslade esta decisión a mis deudos, familia, amigos y demás personas y
entes sobre los que deposité todos mis bienes emocionales y profesionales, para
que en su usufructo total lo disfruten durante su deseada larga existencia
enredada en lo social.
Firmo
y rubrico,
“Capricornio asocial”
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si así lo deseas, escribe un comentario sobre esta entrada. Estoy preparado para todo.