La
necesidad de un cambio en el Modelo Sanitario actual no es ajeno a nadie,
profesionales y usuarios. Más que un cambio requiere una revolución… o más bien
una disrupción innovadora, para no utilizar términos dramáticos.
El
ámbito sanitario se compone de diferentes especialidades médicas que deparan
pruebas, diagnósticos y tratamientos, incluidas las cirugías. Y en todas ellas
existe un elemento común, una actividad que se repite miles, millones de veces
a lo largo de un año natural, con recurrencias en idénticos pacientes, a lo
largo del mundo y de cualquier modelo público o privado. LA CONSULTA.
Todos
los usuarios somos consumidores, más o menos compulsivos, de consultas médicas
y/o de enfermería. Todos los profesionales de la salud son prisioneros, con
mayor o menor gusto por ello, de un gran número de horas diarias destinadas a
ver caras, pruebas, toma de decisiones diagnósticas, etc.
Según
datos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (Informe Anual del Sistema Nacional de Salud
2015) el número de consultas realizadas en
el sistema sanitario público Español alcanzó la cifra de 371 millones solo en los Centros de Atención Primaria
(centros de salud y consultorios locales) Este dato arroja una ratio de 8,04 consultas por habitante/año, así
como 1.412.878 consultas diarias. Si
nos fijamos en las visitas domiciliarias, la cifra en 2015 alcanzó los 13,3 millones, conjuntas de medicina de
familia y enfermería. Centrándonos en las consultas realizas en el Sistema Público
de Hospitales, el número de realizaciones en 2015 fue de 79 millones de consultas médicas. Ahora
pongamos euros a estas cifras: el gasto sanitario (2013) fue de 93.048 millones de euros. Los datos son
fríos, pero oficiales, por lo tanto, es la realidad de España.
Tomaremos
como partida, a la hora de hacer estimaciones del gasto incurrido en Consultas, la ratio que arroja una de
las principales compañías del sector asegurador de salud en España: el 25% del
gasto se refiere a Consultas. Con este dato, el gasto del Sistema Público de
Salud en Consultas sería, nada más y
nada menos, de 23.262 millones de euros,
lo que resulta el 2,2% del PIB.
Si
no hemos alzado las manos hacia nuestra cabeza con estas cifras, denota
frialdad. Ahora bien, si esta situación no provoca la necesidad imperiosa de
estudiar un nuevo concepto sanitario, es que estamos locos. Nuestro país no
puede continuar con estas cifras sin acometer un plan definitivo y unitario con
dos premisas irrenunciables: menor gasto y mejor asistencia. ¿Imposible?
¿Utopía?
Como
he trasladado en anteriores ocasiones, los hospitales se han convertido, desde
hace muchos años, en auténticos consultorios de día con miles de personas
colapsando pasillos, calles y carreteras (más gasto público y privado), cercenando
las horas y la capacidad de sus profesionales en la atención realmente de
valor, los tratamientos y cirugía intensivos, así como un mayor potencial para
investigación. ¿Alguien piensa que un proyecto a nivel nacional… o incluso
europeo para reducir estos gastos a la mitad costaría 11.000 millones de euros?
Espero que no porque entonces me vuelvo al campo con un rebaño de ovejas y a
vivir y morir en paz.
11.000
millones es el ahorro que se puede alcanzar, mínimo, diseñando un innovador
sistema de consultas a través de la tecnología disruptiva que tenemos hoy en
nuestras manos. Sistemas desasistidos y consultas verdaderamente online,
presenciales o no. ¿Es necesario ir a consulta para recibir los resultados de
una analítica? Es una locura cuando los puedes recibir en tu móvil y con los
comentarios necesarios en caso de acciones posteriores. Esto es un botón de
muestra, la certeza es aplastante.
¿Seguimos
instalados en la comodidad de la ignorancia consentida o provocamos el cambio
innovador? Si alguien no se siente
provocado con este artículo y tiene más de 65 años, enhorabuena porque no
vivirá el colapso del sistema o lo sufrirá en sus últimos días. El resto,
podemos asustarnos y mucho.
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