Los sueños no son más que representaciones del inconsciente,
más o menos exactas, de nuestras necesidades, anhelos, aspiraciones, obligaciones,
y por qué no decirlo, de nuestras obsesiones. Los sueños “materializan” todo
aquello que nos ocupa la mente para reorganizar las ideas y sensaciones sobre
cada uno de ellos. La interpretación de los sueños comenzó hace más de 3.800
años, recogidos en manuscritos y no tiene visos de que termine esta apasionante
vía de entendimiento del complejo ser humano.
En el mundo de los negocios los sueños son materiales y de
definición de mejores prácticas, herramientas, procesos, profesionales que
aumenten el potencial en el mercado del bien que comercializamos y nos haga más
rentables y competitivos. La fábrica de sueños se encuentra en la misma ágora
ejecutiva de la organización, pero no en exclusiva. En todos los casos, sin
excepción, en los que se ha solicitado la colaboración y aportación de ideas a
todos los componentes de una empresa, se han recopilado numerosas propuestas
válidas. Tras su estudio y análisis de viabilidad e impacto, varias de ellas se
han llevado a cabo con enorme éxito en todas las vertientes del negocio.
Todos los “sueños” empresariales pasan irremediablemente por
un mismo flujo de maquetación, maduración, modelado, evaluación, valoración y
aprobación; finalmente pasan a la fábrica para elaborar prototipos que sirvan
de simulador de la realidad donde deberán de prestar todo su potencial.
Todos hemos asentado esta lectura en líneas de fabricación mecánica
de bienes. Pero no siempre los sueños de mejora del negocio pasan por bienes o
incluso servicios a clientes externos. Las organizaciones tienden a relativizar
la importancia del servicio ofrecido a los propios trabajadores, de los
procesos internos, de las herramientas de gestión del negocio, del tratamiento
de la información, del análisis para la toma de decisiones. Todos los sueños
que pasan con éxito los filtros estratégicos se materializan en la factoría
IT. Absolutamente todos los procesos de una compañía terminan convirtiéndose en
programas informáticos que utilizarán varios, cientos o miles de usuarios.
La responsabilidad de IT es dar respuesta técnica a los
sueños del negocio, bajo las premisas ciertas y claras que deben de ser
trasladadas con el mayor detalle, tanto desde el punto de vista del usuario,
como del retorno en forma de datos perfectamente estructurados que faciliten su
explotación para la toma de decisiones o como engranaje de procesos más complejos.
No se trata de áreas estancas, ya que debe de existir una
colaboración estrecha para el buen fin del proyecto, pero sí deben de tener sus
ámbitos de responsabilidad bien definidos y respetados por las partes.
Estrategia de Negocio y Estrategia Tecnológica son siameses inseparables que
comparten los objetivos vitales de la empresa, pero a la vez tienen su espacio
inviolable de responsabilidad.
Los sueños de evolución y mejora constante se plasman en el
Desarrollo Organizativo y se materializan en IT como la factoría de realidades en
la organización. Ambos no pueden sobrevivir por separado, pero sí pueden llegar a exterminarse si no se respetan sus propias e irrenunciables competencias.
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